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Ahora se habla mucho del Nuevo Orden Mundial. En el Génesis, cuando «al principio creó Dios el cielo y la tierra», se narra cómo Dios estableció un nuevo orden, porque se dice: «la tierra estaba informe y vacía; la tiniebla cubría la superficie del abismo, mientras el espíritu de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Dijo Dios: «Exista la luz». Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla...

Y dijo Dios: «Exista un firmamento entre las aguas, que separe aguas de aguas». E hizo Dios el firmamento y separó las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento. Y así fue...

Dijo Dios: «Júntense las aguas de debajo del cielo en un solo sitio, y que aparezca lo seco». Y así fue. Llamó Dios a lo seco «tierra», y a la masa de las aguas llamó «mar»...

Dijo Dios: «Existan lumbreras en el firmamento del cielo, para separar el día de la noche, para señalar las fiestas, los días y los años, y sirvan de lumbreras en el firmamento del cielo, para iluminar sobre la tierra». Y así fue...

Dios las puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para regir el día y la noche y para separar la luz de la tiniebla.

Dijo Dios: «Bullan las aguas de seres vivientes... Y creó Dios los grandes cetáceos y los seres vivientes que se deslizan y que las aguas fueron produciendo según sus especies, y las aves aladas según sus especies... Dijo Dios: «Produzca la tierra seres vivientes según sus especies...


En este relato sobre la creación aparecen ya los cuatro elementos que los filósofos griegos empleaban para explicar el origen del universo: agua, tierra, fuego y aire. El matemático Tales de Mileto, en el siglo VII a.C., dijo que todo procedía del agua. Anaxímenes dijo que todo provenía del aire; Heráclito dijo que del fuego y Jenófanes, de la tierra. Y por último, Aristóteles unió los cuatros elementos, diciendo que todas las cosas están formadas por ellos pero en distintas proporciones.


Se dice también en el Génesis: "El día en que el Señor Dios hizo tierra y cielo, no había aún matorrales en la tierra, ni brotaba hierba en el campo, porque el Señor Dios no había enviado lluvia sobre la tierra... el Señor Dios plantó un jardín en Edén,... En Edén nacía un río que regaba el jardín... Entonces el Señor Dios modeló al hombre del polvo del suelo e insufló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en ser vivo... creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Dios los bendijo; y les dijo Dios: «Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla".

Resulta que en la creación del hombre vuelven a aparecer estos cuatro elementos. Eso sí, como decía Galileo Galilei, no sin cierta ironía, la Biblia no nos dice cómo es el cielo sino cómo se llega al cielo. Al igual que no vamos a encontrar el sentido de la vida mirando el microscopio. Ni nadie se enamora de otra persona por analizar su ADN. ¿Quizá esta imagen de los cuatro elementos, empleada por los antiguos sabios y por la Biblia, nos revela algo más profundo?


¿Acaso no somos tierra?: las palabras "hombre" y "humanidad" vienen de humus, tierra, porque estamos hechos de materia, y por eso somos limitados, débiles, enfermamos, del cuerpo y del alma, y nuestra heridas dejan cicatrices. Y nuestro cuerpo acaba muriendo. Esto nunca debemos olvidarlo, no debemos olvidar lo que somos, es muy importante aceptar nuestra condición y amarla.

¿No somos aire, aliento, inspiración, hálito, espíritu?: tenemos un alma, distinta a la de los animales, conciencia, voluntad, razón, corazón, creatividad, amor... algo que es distinto a la materia, que es de otra condición. Es la imagen de Dios, aunque deteriorada. Es la presencia de Dios en nosotros. Es su morada, que debemos cuidar. Donde se hospeda el Espíritu Santo. Un Espíritu que quiere transformarnos si le buscamos y le hablamos.

¿Y no somos agua en nuestro cuerpo en un 65%? Pues nuestra vida está compuesta en un porcentaje muchísimo mayor por la actuación de Dios, aunque no nos demos cuenta. Y a la vez estamos necesitados casi al 100%: necesitamos alimento, hidratación, curación. Eso sí, hay heridas que no sabemos curar, y necesidades que nunca podremos cubrir en esta vida. Sólo Dios puede hacerlo, como es quitarnos nuestros pecados, o darnos una vida nueva .

¿Y no somos también fuego, pasión, ilusión, esperanza, acción, enamoramiento? Nos enamoramos de una persona, de un trabajo, de proyectos, de ideales, y eso nos mueve a hacer grandes cosas. Además, muchas veces sentimos que no lo elegimos, sino que nos viene dado, y nos encendemos sin buscarlo. ¿Qué fuego puede encendernos hasta el punto de hacer felices a muchas personas, o cambiar el mundo? Sólo el amor más grande hace que tantas personas tengan vidas maravillosas que gastan por los demás.


¿Qué celebramos en la Pascua? Celebramos una nueva creación, un nuevo orden mundial que Tú, señor, has traído con tu Resurrección:


Jn 3, 1-5: Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe judío. Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo: «Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él». Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios». Nicodemo le pregunta: «¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez entrar en el vientre de su madre y nacer?». Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo: El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.


Mt 28, 18-19: Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».


Jn 20, 20: los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo». Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo».

Lc 24, 31-33: se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose en aquel momento, se volvieron a Jerusalén.


Hch 2,1-3: Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente, se produjo desde el cielo un estruendo, como de viento que soplaba fuertemente, y llenó toda la casa donde se encontraban sentados. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se dividían, posándose encima de cada uno de ellos.

Tú Señor dijiste: «Fuego he venido a traer a la tierra, y cuánto quiero que arda?». En la JMJ del 2008 decía Benedicto XVI : "No lo olvidemos jamás, el Espíritu del Señor... quiere, en particular mediante vosotros, jóvenes, suscitar en el mundo el viento y el fuego de un nuevo Pentecostés... Él nos impulsa hacia los demás, enciende en nosotros el fuego del amor, nos hace misioneros de la caridad de Dios".

Fuego, agua, aire y tierra. ¿Señor, de qué me olvido? ¿Sé pedir ayuda para mejorar? ¿Voy aprendiendo a aceptar mis limitaciones? ¿Procuro practicar el diálogo contigo? ¿Sé que lo más importante en mi vida es amar a Dios y los demás?


Enciéndeme y déjame arder donde haga falta

Enciéndeme y déjame ser tu luz

Y así poder llevarte hasta todas las almas

Saciar la sed que tienes Tú desde la cruz.


Jesús, pon un nuevo orden también dentro de mí, te pido que no olvide que soy barro, que necesito la curación de tus sacramentos (el bautismo, la confesión que es como un segundo bautismo, la eucaristía), que necesito oír tu aliento en la oración para dejarme llevar por el viento de tu Espíritu, y te pido que me enciendas en tu amor, para cumplir mi misión de llevar tu caridad a esta Creación tuya. María, obra maestra de la Creación, dame el orden que hay en tu Corazón.






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Si tenemos una boda, para asistir nos compramos un traje o vestido nuevo, sobre todo si es la propia boda de uno. Porque la ropa nueva significa una vida nueva. Igual pasa con un bebé recién nacido, que le preparamos ropa nueva, sobre todo si es el primero, y cuna, y decoración nueva... Y al niño pequeño no le ponemos la ropa del bisabuelo.


Cuando hay cambios importantes hay que hacer cambios adicionales, tirar lo viejo, hacer limpieza. Para que llegue la primavera, antes, el viento se tiene que llevar todas las hojas muertas.


Jesús hizo el mayor cambio de la historia. Más grande que la invención de la rueda, la máquina de vapor, la hamburguesa y el whatsapp. En el discurso principal del evangelio, cuando se subió a la montaña a predicar a la muchedumbre empezó a repetir muchas veces: Habéis oído que se dijo a los antiguos: “No matarás”... “No cometerás adulterio”... “No jurarás en falso”... Son los diez mandamientos, que Moisés recibió de Dios. Pero Jesús se atreve a decir, hasta por seis veces: "Pero yo os digo". Jesús trae un cambio radical sobre todo lo antiguo. Como dirá San Pablo: "lo antiguo ha desaparecido, un ser nuevo se ha hecho presente. El que vive en Cristo es una nueva criatura" (2Cor 5, 17).


¿Qué gran cambio trae Jesús? Después de muchos siglos, el pueblo judío había asumido que Dios le amaba de forma incondicional, a pesar de sus miserias. Y Jesús enseña dos cosas: primero, que este mensaje dirigido al pueblo judío es ahora para toda la humanidad, incluidos también cada uno de los que estamos aquí. La otra cosa es que, por el hecho de Dios hacerse hombre, Él se quiere unir a cada uno de nosotros y quiere que actuemos como Él.

"Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto" (Mt 5, 44-48).


La Cuaresma es tiempo de descubrir estas dos realidades: primero, descubrir cuánto nos ama Dios a cada uno sobre todo en la Pasión y Muerte de Jesús. Por eso la Cuaresma es preparación a la Semana Santa. Y, segundo, dejar a Dios actuar en nosotros, no nuestros caprichos, egoísmos, comodidades, rencores... Y esto ¡nos cuesta tanto!


Jesús, eres un Dios tan cercano. "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida", nos dices. Eres la Verdad, la meta que debemos alcanzar. Pero no sólo eso, lo asombroso es que también, siendo Dios, te rebajas a acompañarnos en nuestro Camino. Y, más aún, tú nos mueves, nos empujas, con la Vida de la Gracia. Verdad, Camino, Vida, meta, compañía, impulso.


«El Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer» (Lc 4, 1-2). Jesús, nos lo muestras con tus cuarenta días de ayuno en el desierto. Te unes al hambre, la soledad y el abatimiento que la humanidad ha sufrido en toda la historia. Pero al final de la prueba "los ángeles te servían", dice el evangelio. Nos enseñas a eliminar de nosotros, con todo el esfuerzo, al hombre viejo, para poder codearnos con los ángeles. Porque nos hiciste poco inferior a los ángeles, y quieres coronarnos de gloria y dignidad (Salmo 8).


Ya están floreciendo los almendros. Pero antes han tenido que perder todas sus hojas, y ser podados. Jesús, ayúdame en este tiempo a podar de mí todo lo antiguo, lo que me impide ver tu Amor, lo que me impide unirme a Ti. El ayuno de cuaresma es una poda. ¿De qué? ¿de la dependencia al móvil, a las series, a la coca cola, a los dulces, a la música, al sillón, a los programas basura, a la aprobación de los demás, a comprar cosas, a juzgar a otros? ¿Quizá desprenderme de palabras hirientes, de caras amargadas, de brusquedad en las palabras, de pesimismos, de chismorreos, de quejas, de darnos importancia a nosotros mismos, de pensamientos mundanos, de odio y rencor?


Jesús, quieres que llegue la primavera a mi vida, llenarme de tu Vida, llenar el mundo de tu Vida. Se trata de podar, no talar, no dejar la casa vacía, sino de llenarla de lo mejor, pasar por la prueba de la renuncia para que Tú, Señor, nos llenes de tu Abundancia.



Lc 5, 27: vio a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: «Sígueme». Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.

Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos de Jesús: «¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?».

Jesús les respondió: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

Pero ellos le dijeron: «Los discípulos de Juan ayunan a menudo y oran, y los de los fariseos también; en cambio, los tuyos, a comer y a beber».

Jesús les dijo: «¿Acaso podéis hacer ayunar a los invitados a la boda mientras el esposo está con ellos? Llegarán días en que les arrebatarán al esposo, entonces ayunarán en aquellos días».

Les dijo también una parábola: «Nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque, si lo hace, el nuevo se rompe y al viejo no le cuadra la pieza del nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos: porque, si lo hace, el vino nuevo reventará los odres y se derramará, y los odres se estropearán. A vino nuevo, odres nuevos. Nadie que cate vino añejo quiere del nuevo, pues dirá: “El añejo es mejor”».


¿Estoy dispuesto, como Mateo, a dejarlo todo por ti? ¿Qué odres viejos debo tirar? Sólo así disfrutar del Gran Banquete contigo.

María, con tu ayuda, como en las bodas de Caná mis renuncias servirán para obtener el mejor vino.


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Parece que la religión interesa cada vez menos en nuestra época. Y algunas de las palabras que emplea la Iglesia como "Salvador", "perdón de los pecados"... hoy quizá nos dicen poco. Una vez se preguntaba Benedicto XVI, en uno de sus textos, si el hombre contemporáneo se siente necesitado de un Salvador. Los cristianos sabemos que Jesús ha venido para salvarnos, pero en la práctica, ¿necesitamos de un Salvador? ¿De qué tenemos que salvarnos?

De esto habló el Papa Francisco, en una inolvidable audiencia general en la Plaza de San Pedro el 14 de junio de 2017: "ninguno de nosotros puede vivir sin amor". ¿Y qué nos está ocurriendo?

Gary Chapman, el autor de "Los 5 lenguajes del amor", dice que, si echamos un vistazo a los títulos de los libros que se publican cada año, tenemos "la evidencia de que la cultura occidental está obsesionada con el amor. Y, sin embargo, a pesar de que se habla tanto de ello, la realidad es que miles de niños se acuestan todas las noches sintiendo que sus padres no los aman, y miles de maridos y mujeres se acuestan sintiendo que su cónyuge no los quiere. Nuestra cultura es muy ignorante en cuanto a la verdadera naturaleza del amor y a sus efectos en las relaciones humanas".

Este autor habla que todas las personas, desde que son niños, tienen un depósito emocional de amor que necesitan llenar, y para ello necesitan sentirse queridos por sus padres. También pasa con los adolescentes, que buscan llenar ese depósito muchas veces en lugares equivocados. Y también pasa igual con los adultos. Dirá el Papa Francisco: "Cuando quien no es o no se siente amado es un adolescente, entonces puede nacer la violencia. Detrás de muchas formas de odio social y de vandalismo hay a menudo un corazón que no ha sido reconocido. No existen niños malos, como no existen adolescentes del todo malvados, pero existen personas infelices".

Muchos psiquiatras dicen que el narcisismo es la gran enfermedad de nuestro tiempo. Esto se comprueba también si nos damos una vuelta por las redes sociales, o visitamos las páginas de «influencers» o «instagramers» famosos, comprobamos cómo se potencia el comportamiento narcisista, peleando por millones de seguidores.

El origen del problema es que el hombre tiene la necesidad natural de experimentar el amor incondicional. Y lo que se nos enseña es el amor posesivo, interesado, como si fuera una relación comercial de intercambio. En palabras del Papa: "Quizá gran parte de la angustia del hombre contemporáneo deriva de eso: creer que si no somos fuertes, atractivos y guapos, entonces nadie se ocupará de nosotros. Muchas personas hoy buscan una visibilidad solo para colmar un vacío interior". Y continúa diciendo: "¿os imagináis un mundo donde todos mendigan motivos para suscitar la atención de los otros, y sin embargo ninguno está dispuesto a querer gratuitamente a otra persona? Imaginad un mundo así: ¡un mundo sin la gratuidad del querer! Parece un mundo humano, pero en realidad es un infierno"... "Muchos narcisismos del hombre nacen de un sentimiento de soledad y de orfandad. Detrás de muchos comportamientos aparentemente inexplicables se esconde una pregunta: ¿es posible que yo no merezca ser amado?"

Como bien sabemos los cristianos, la respuesta, dice Francisco, está en Dios: "El primer paso que Dios da hacia nosotros es el de un amor que se anticipa y es incondicional. Dios ama primero. Dios no nos ama porque en nosotros hay alguna razón que suscita amor. Dios nos ama porque Él mismo es amor... Dios no une tampoco su bondad a nuestra conversión: más bien esta es una consecuencia del amor de Dios. San Pablo lo dice de forma perfecta: «Mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros» (Romanos 5, 8). Mientras éramos todavía pecadores. Un amor incondicional. Estábamos “lejos”, como el hijo pródigo de la parábola: «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido...» (Lucas 15, 20). Por amor nuestro Dios ha cumplido un éxodo de sí mismo, para venir a encontrarnos a esta tierra donde era insensato que Él transitara. Dios nos ha querido también cuando estábamos equivocados".


Poníamos antes el ejemplo de los niños que necesitan sentirse queridos. Dice el Papa: "¿Quién de nosotros ama de esta manera, sino quien es padre o madre? Una madre continúa queriendo a su hijo también cuando este hijo está en la cárcel. Yo recuerdo a muchas madres, que hacían la fila para entrar en la cárcel, en mi diócesis precedente. Y no se avergonzaban. El hijo estaba en la cárcel, pero era su hijo. Y sufrían muchas humillaciones en el registro, antes de entrar, pero: “¡Es mi hijo!”. “¡Pero, señora, su hijo es un delincuente!” — “¡Es mi hijo!”. Solamente este amor de madre y de padre nos hace entender cómo es el amor de Dios. Una madre no pide la cancelación de la justicia humana, porque cada error exige una redención, pero una madre no deja nunca de sufrir por el propio hijo. Lo ama también cuando es pecador. Dios hace lo mismo con nosotros: ¡somos sus hijos amados! ¿Pero puede ser que Dios tenga algunos hijos que no ame? No. Todos somos hijos amados por Dios".


Y saca el Papa una importante conclusión: "Para cambiar el corazón de una persona infeliz, ¿cuál es la medicina? ¿Cuál es la medicina para cambiar el corazón de una persona que no es feliz? ¡el amor! ¿Y cómo se hace sentir a la persona que la amas? Es necesario sobre todo abrazarla. Hacer sentir que es deseada, que es importante, y dejará de estar triste. Amor llama amor, de forma más fuerte de lo que el odio llama a la muerte".


¿Señor, yo estoy provisto de esta medicina? ¿Cómo puedo conseguirla?


Son palabras recogidas en la Escritura:

"El Señor te hizo, te formó en el vientre y te auxilia". "Tú me conoces por dentro y por fuera, tú conoces cada hueso en mi cuerpo; tú conoces exactamente cómo fui hecho, poco a poco; tú conoces cómo fui esculpido de la nada a lo que soy." "Me viste antes que naciera y pusiste en una agenda cada día de mi vida antes que empezara a respirar. ¡Cada día fue anotado en tu Libro!". "Mucho antes de que él pusiera las fundaciones de la tierra, él nos tenía en mente, él había decidido que nosotros seríamos el enfoque de su amor."

San Juan nos dice, "Dios es amor." No dice que Dios tiene amor. ¡El es amor! El amor es la esencia del carácter de Dios. El amor que existe en la comunión de la Trinidad es perfecto, por lo tanto, Dios no necesitaba crearnos. Nos ha creado como expresión de Su amor. Dios dice "os he cuidado desde que nacisteis. Y aún cuando estéis viejos, yo seré el mismo. Aún cuando vuestro cabello se haya vuelto canoso, os cuidaré. Yo os hice y os cuidaré."


¿Me doy cuenta de que Dios, mi salvador, es la única fuente que llena por completo mi depósito de amor? ¿Necesito alguna prueba más que tenerte, Jesús, siempre aquí, en la Eucaristía, esperándome? María, te pedimos que nuestra alma proclame, como lo hiciste Tú, la grandeza del amor de Dios.

Acuedo con St Bedes
retiro febrero21Artist Name
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