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Parece que la religión interesa cada vez menos en nuestra época. Y algunas de las palabras que emplea la Iglesia como "Salvador", "perdón de los pecados"... hoy quizá nos dicen poco. Una vez se preguntaba Benedicto XVI, en uno de sus textos, si el hombre contemporáneo se siente necesitado de un Salvador. Los cristianos sabemos que Jesús ha venido para salvarnos, pero en la práctica, ¿necesitamos de un Salvador? ¿De qué tenemos que salvarnos?

De esto habló el Papa Francisco, en una inolvidable audiencia general en la Plaza de San Pedro el 14 de junio de 2017: "ninguno de nosotros puede vivir sin amor". ¿Y qué nos está ocurriendo?

Gary Chapman, el autor de "Los 5 lenguajes del amor", dice que, si echamos un vistazo a los títulos de los libros que se publican cada año, tenemos "la evidencia de que la cultura occidental está obsesionada con el amor. Y, sin embargo, a pesar de que se habla tanto de ello, la realidad es que miles de niños se acuestan todas las noches sintiendo que sus padres no los aman, y miles de maridos y mujeres se acuestan sintiendo que su cónyuge no los quiere. Nuestra cultura es muy ignorante en cuanto a la verdadera naturaleza del amor y a sus efectos en las relaciones humanas".

Este autor habla que todas las personas, desde que son niños, tienen un depósito emocional de amor que necesitan llenar, y para ello necesitan sentirse queridos por sus padres. También pasa con los adolescentes, que buscan llenar ese depósito muchas veces en lugares equivocados. Y también pasa igual con los adultos. Dirá el Papa Francisco: "Cuando quien no es o no se siente amado es un adolescente, entonces puede nacer la violencia. Detrás de muchas formas de odio social y de vandalismo hay a menudo un corazón que no ha sido reconocido. No existen niños malos, como no existen adolescentes del todo malvados, pero existen personas infelices".

Muchos psiquiatras dicen que el narcisismo es la gran enfermedad de nuestro tiempo. Esto se comprueba también si nos damos una vuelta por las redes sociales, o visitamos las páginas de «influencers» o «instagramers» famosos, comprobamos cómo se potencia el comportamiento narcisista, peleando por millones de seguidores.

El origen del problema es que el hombre tiene la necesidad natural de experimentar el amor incondicional. Y lo que se nos enseña es el amor posesivo, interesado, como si fuera una relación comercial de intercambio. En palabras del Papa: "Quizá gran parte de la angustia del hombre contemporáneo deriva de eso: creer que si no somos fuertes, atractivos y guapos, entonces nadie se ocupará de nosotros. Muchas personas hoy buscan una visibilidad solo para colmar un vacío interior". Y continúa diciendo: "¿os imagináis un mundo donde todos mendigan motivos para suscitar la atención de los otros, y sin embargo ninguno está dispuesto a querer gratuitamente a otra persona? Imaginad un mundo así: ¡un mundo sin la gratuidad del querer! Parece un mundo humano, pero en realidad es un infierno"... "Muchos narcisismos del hombre nacen de un sentimiento de soledad y de orfandad. Detrás de muchos comportamientos aparentemente inexplicables se esconde una pregunta: ¿es posible que yo no merezca ser amado?"

Como bien sabemos los cristianos, la respuesta, dice Francisco, está en Dios: "El primer paso que Dios da hacia nosotros es el de un amor que se anticipa y es incondicional. Dios ama primero. Dios no nos ama porque en nosotros hay alguna razón que suscita amor. Dios nos ama porque Él mismo es amor... Dios no une tampoco su bondad a nuestra conversión: más bien esta es una consecuencia del amor de Dios. San Pablo lo dice de forma perfecta: «Mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros» (Romanos 5, 8). Mientras éramos todavía pecadores. Un amor incondicional. Estábamos “lejos”, como el hijo pródigo de la parábola: «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido...» (Lucas 15, 20). Por amor nuestro Dios ha cumplido un éxodo de sí mismo, para venir a encontrarnos a esta tierra donde era insensato que Él transitara. Dios nos ha querido también cuando estábamos equivocados".


Poníamos antes el ejemplo de los niños que necesitan sentirse queridos. Dice el Papa: "¿Quién de nosotros ama de esta manera, sino quien es padre o madre? Una madre continúa queriendo a su hijo también cuando este hijo está en la cárcel. Yo recuerdo a muchas madres, que hacían la fila para entrar en la cárcel, en mi diócesis precedente. Y no se avergonzaban. El hijo estaba en la cárcel, pero era su hijo. Y sufrían muchas humillaciones en el registro, antes de entrar, pero: “¡Es mi hijo!”. “¡Pero, señora, su hijo es un delincuente!” — “¡Es mi hijo!”. Solamente este amor de madre y de padre nos hace entender cómo es el amor de Dios. Una madre no pide la cancelación de la justicia humana, porque cada error exige una redención, pero una madre no deja nunca de sufrir por el propio hijo. Lo ama también cuando es pecador. Dios hace lo mismo con nosotros: ¡somos sus hijos amados! ¿Pero puede ser que Dios tenga algunos hijos que no ame? No. Todos somos hijos amados por Dios".


Y saca el Papa una importante conclusión: "Para cambiar el corazón de una persona infeliz, ¿cuál es la medicina? ¿Cuál es la medicina para cambiar el corazón de una persona que no es feliz? ¡el amor! ¿Y cómo se hace sentir a la persona que la amas? Es necesario sobre todo abrazarla. Hacer sentir que es deseada, que es importante, y dejará de estar triste. Amor llama amor, de forma más fuerte de lo que el odio llama a la muerte".


¿Señor, yo estoy provisto de esta medicina? ¿Cómo puedo conseguirla?


Son palabras recogidas en la Escritura:

"El Señor te hizo, te formó en el vientre y te auxilia". "Tú me conoces por dentro y por fuera, tú conoces cada hueso en mi cuerpo; tú conoces exactamente cómo fui hecho, poco a poco; tú conoces cómo fui esculpido de la nada a lo que soy." "Me viste antes que naciera y pusiste en una agenda cada día de mi vida antes que empezara a respirar. ¡Cada día fue anotado en tu Libro!". "Mucho antes de que él pusiera las fundaciones de la tierra, él nos tenía en mente, él había decidido que nosotros seríamos el enfoque de su amor."

San Juan nos dice, "Dios es amor." No dice que Dios tiene amor. ¡El es amor! El amor es la esencia del carácter de Dios. El amor que existe en la comunión de la Trinidad es perfecto, por lo tanto, Dios no necesitaba crearnos. Nos ha creado como expresión de Su amor. Dios dice "os he cuidado desde que nacisteis. Y aún cuando estéis viejos, yo seré el mismo. Aún cuando vuestro cabello se haya vuelto canoso, os cuidaré. Yo os hice y os cuidaré."


¿Me doy cuenta de que Dios, mi salvador, es la única fuente que llena por completo mi depósito de amor? ¿Necesito alguna prueba más que tenerte, Jesús, siempre aquí, en la Eucaristía, esperándome? María, te pedimos que nuestra alma proclame, como lo hiciste Tú, la grandeza del amor de Dios.


Es conocido un video que circuló por las redes para felicitar la Navidad. Así habría sido el nacimiento de Jesús con las tecnologías actuales: 1. A la Virgen le llega de Gabriel un mensaje al iPhone: “Tú serás la Madre de Dios”. 2. María busca en Wikipedia: “Espíritu Santo”. 3. María envía a José un e-mail: “Tenemos que hablar, estoy embarazada. Besos”. 4. María busca en Google Maps: "Cómo llegar desde Nazareth hasta Belén". a) Selecciona la opción: “evitar autopistas”. 5. María busca un medio de locomoción que le lleve a Belén. a) Para el día: 24 de diciembre del año 0000. b) Medios disponibles ahora mismo: sólo uno: “en Burro”. 6. María entra en la red social Twitter y busca: “José carpintero”. 7. Encuentra a José, que viaja camino de Belén para inscribirse en el censo. 8. A José le llega un mensaje al iPhone: “Todas las posadas de Belén ocupadas; Solo libre un establo”. 9. José deja una noticia en su perfil de Facebook: “¡Estoy muy nervioso! ¡Será que mi Hijo va a nacer aquí!” 10. José cuelga en Facebook: “fotos de mi Hijo recién nacido”. 11. José recibe, uno tras otro, cientos de miles de mensajes: “me gustan esta noticia y las fotos 12. José, por medio de Facebook-amigos, invita a los Tres Reyes Magos a conocer a su hijo. 13. El Rey Melchor escribe a Baltasar un mensaje de correo: a) Asunto: “Presentes.” b) Texto: “¿Ya sabes qué regalo vamos a llevar a Niño?”. 14. Baltasar busca un medio de transporte: “Camello”. 15. Gaspar y Baltasar compran en www.amazon.com tres regalos: a) 10 Kg de oro. b) 10 palos de incienso. c) 3 sacos de Mirra. 16. José cuelga un vídeo en Youtube: “Nacimiento del Niño”. Y la conclusión del vídeo es: “Los tiempos cambian. El mensaje de paz permanece”.


El mensaje de la Navidad permanece más allá de todas las épocas. ¿Por qué? Quizá porque, como decía Chesterton, en Navidad celebramos un trastorno del universo. Antes de que existiera la Navidad adorar a Dios significaba un temor reverencial, pero a partir de la Navidad, adorar a Dios significa dirigir la mirada hacia la fragilidad de un niño que llora en un pesebre. "Las manos inmensas que habían modelado el universo se convierten, de súbito, en unas manos diminutas que tiemblan en el frío de la noche y buscan el calor del pecho de su Madre. Divinidad y fragilidad habían sido hasta ese momento conceptos antitéticos; pero la Navidad los obliga a juntarse".

Esta semana pasada se inauguró el alumbrado navideño de la ciudad, quizá un poco pronto, me parece. Dios mío, un año más me das la oportunidad de celebrar estas fiestas, sobre todo, para que intente asumir, como decía Benedicto XVI, que eres tan grande que te haces pequeño. Este Papa se preguntaba si la humanidad de nuestro tiempo espera todavía un Salvador, o más bien Dios nos resulta un poco ajeno a nuestros intereses, no necesitamos mucho de Él, y a veces, incluso puede convertirse en cierta medida en un “obstáculo”.


En la revista Alfa y Omega entrevistaron hace poco al actor Enrique Arce, que ha actuado en la nueva película de Terminator y la tercera temporada de La casa de papel. Sobre un libro que ha escrito dice: "Hablo de alcohol como podría haber hablado de otra adicción que suponga ceder un mal control: adicción a las redes sociales, al éxito o al dinero, al sexo… Es muy distinto a ceder el control a un intangible que muchos llamamos Dios. Cuando yo cedí el control a Dios –que es lo que conozco–, la vida se me colocó de una manera que jamás pensé que fuera posible". Y cuenta su proceso de acercamiento a Dios. "Me fui a Londres en una época terrible para la profesión en España. Había hecho una película con Pierce Brosnan, Aaron Paul y Toni Colette [Mejor otro día] y aproveché el estreno para buscar suerte ahí. En un momento dado tenía poco dinero, estaba bajo de ánimo, me partieron la cara… Con 41 años, en vez de tener tu vida estabilizada, había tocado fondo. Con la cara como un plato por una pelea en un bar después de beber, entré en una iglesia como si me hubieran succionado la vida. Me caían las lágrimas. Estaba ahí sentado y dije: “Si es verdad lo que me contaron los maristas de pequeño, si hay algo ahí, échame una mano”. Fue el principio de todo lo que ha venido después. Cambié cuando cedí el control, cuando dejé de llevar el coche con el que iba por la vida a 200 por hora, queriendo reconocimiento y éxito, y me senté en el asiento del copiloto, lo recliné, me puse el cinturón y le dije: “Ahora lo llevas tú un rato”. Todo han sido bendiciones. El trabajo que he hecho, que ha coincidido con la novela, ha sido mi propio camino iniciático". Cuenta también cómo le ayudó hacer el Camino de Santiago. Y concluye diciendo: "Recibo las cosas con gratitud pero ya no me proyecto en ellas". Señor, nos cuesta aprender, pero Tú un año más nos enseñas desde el Portal. "Falsos profetas siguen proponiendo una salvación “barata” -decía también Benedicto XVI-, que acaba siempre por provocar fuertes decepciones. Precisamente la historia de los últimos cincuenta años demuestra esta búsqueda de un Salvador “barato” y pone de manifiesto todas las decepciones que se han derivado de ello".


La Navidad, cada vez más convertida en una fiesta del consumo, nos hace pensar ante qué nos arrodillamos. Ahora ya no adoramos las fuerzas terribles y misteriosas que pueda haber tras la naturaleza, pero sí nos postramos en sumisión ante ante los derechos individualistas, o los animales, o las ideologías, y nos arrodillamos ante el éxito, la tecnología, la comodidad, etc. ¿Qué es la Navidad? La Navidad consiste en que un Dios, que hasta entonces había sido invisible e incorpóreo, omnipotente y glorioso, se hace niño. Y "al asumir Dios la fragilidad de la naturaleza humana, se inauguró una nueva era de la Humanidad... y desde el momento en que Dios se había hecho frágil como nosotros mismos, resultaba más fácil abrazar la fragilidad del prójimo".


"Quitad lo sobrenatural y no encontraréis lo natural, sino lo antinatural", nos enseña Chesterton. No adorar a este Dios tierno nos hará esclavos de miles de idolatrías, en "correteos -como dice de Prada- de un gallo al que han arrancado la cabeza y que bate las alas desesperadamente, mientras se desangra y agoniza".

El Papa Francisco dijo en las navidades pasadas: "Adorar al Señor no es fácil, no es un hecho inmediato: exige una cierta madurez espiritual, y es el punto de llegada de un camino interior, a veces largo". "La actitud de adorar a Dios no es espontánea en nosotros. Sí, el ser humano necesita adorar, pero corre el riesgo de equivocar el objetivo. En efecto, si no adora a Dios adorará a los ídolos -no existe un punto intermedio, o Dios o los ídolos; o diciéndolo con una frase de un escritor francés: 'Quien no adora a Dios, adora al diablo'-, y en vez de creyente se volverá idólatra".

¿Me tomo en serio mi necesidad de adorar a Dios para liberarme de otras esclavitudes?


Con el ejemplo de los Reyes Magos, el Papa citaba tres fases en este proceso: “Levantar la vista”, “ponerse en camino” y “ver”, "estas tres expresiones nos ayudarán a entender qué significa ser adoradores del Señor":

"Levantar la vista... es una invitación a dejar de lado el cansancio y las quejas... a liberarse de la dictadura del propio yo... y no hacer de los problemas y las dificultades el centro de nuestra existencia"; es permanecer confiados en el Señor y en "gratitud filial". "Cuando esto sucede, el corazón se abre a la adoración. Por el contrario, cuando fijamos la atención exclusivamente en los problemas, rechazando alzar los ojos a Dios, el miedo invade el corazón y lo desorienta, dando lugar a la rabia, al desconcierto, a la angustia y a la depresión. En estas condiciones es difícil adorar al Señor. Si esto ocurre, es necesario tener la valentía de romper el círculo de nuestras conclusiones obvias, con la conciencia de que la realidad es más grande que nuestros pensamientos".

¿Soy una persona negativa y quejica? ¿Estoy atento a fijarme sobre todo en las cosas positivas de los demás? ¿Veo cada dificultad como un reto que me pone Dios para sacar lo mejor de mí mismo con su ayuda?

"Ponerse en camino", sigue diciendo el Papa, implica dejarse transformar por ese camino, porque "el viaje implica siempre una trasformación, un cambio. Después del viaje ya no somos como antes... No se llega a adorar al Señor sin pasar antes a través de la maduración interior que nos da el ponernos en camino... Desde este punto de vista, los fracasos, las crisis y los errores pueden ser experiencias instructivas, no es raro que sirvan para hacernos caer en la cuenta de que sólo el Señor es digno de ser adorado, porque solamente Él satisface el deseo de vida y eternidad presente en lo íntimo de cada persona". El camino incluye también "la conciencia de ser pecadores", porque aceptarlo "con fe y con arrepentimiento, con contrición, te ayudará a crecer".

¿Me reconozco débil y necesitado de la ayuda de Dios y de los demás? ¿Me doy cuenta que la debilidad humana es lo que nos iguala a todos y el motivo de la venida de Dios?

Por último, "ver" es ver lo que vieron los Reyes Magos, "un soberano... más allá de la apariencia": "Arrodillándose ante el Niño nacido en Belén, expresaron una adoración que era sobre todo interior: abrir los cofres que llevaban como regalo fue signo del ofrecimiento de sus corazones". Porque "para adorar al Señor es necesario 'ver' más allá del velo de lo visible, que frecuentemente se revela engañoso". A diferencia de Herodes y los mundanos, cuya mirada de "mundanidad sólo da valor a las cosas sensacionales", los Reyes Magos ven con "realismo teologal", el cual "percibe con objetividad la realidad de las cosas, llegando finalmente a la comprensión de que Dios se aparta de cualquier ostentación... Este modo de “ver” que trasciende lo visible, hace que nosotros adoremos al Señor, a menudo escondido en las situaciones sencillas, en las personas humildes y marginales".

¿Estoy dispuesto a gastar estas navidades mi dinero con los necesitados, a salir de mí mismo para compartir mi tiempo con aquellos que Dios ha puesto cerca de mí?

El Papa concluyó pidiendo al Señor que nos haga "verdaderos adoradores suyos, capaces de manifestar con la vida su designio de amor". Así te lo pedimos, Jesús: haz que tu amor, esta Navidad, me rescate de mis falsos ídolos y miedos. Jesús, hecho pequeño por mí, ayúdanos para que sólo ante Ti nos postremos, y ante nadie más.



Es muy citada la conversación de Alicia en el País de las Maravillas:

-¿Podrías decirme, por favor, qué camino he de tomar para salir de aquí?

-Depende mucho del punto adonde quieras ir.

-Me da casi igual dónde.

-Entonces no importa qué camino sigas.


Es cierto que nunca hemos tenido más posibilidades que ahora de viajar, de estudiar, de cuidar la salud, etc. ¡La tecnología nos permite hacer tantas cosas! Pero como decía alguien, vivimos en una sociedad rica en medios, pero pobre en fines. ¿Cuál es la meta de nuestra vida?


En una viñeta de Mafalda hay un accidente de tráfico donde un coche se estrella por exceso de velocidad: "otro que quería comerse el mundo", comenta Mafalda. No somos pollos sin cabeza, necesitamos saber a dónde vamos, tener una meta, una esperanza que nos haga resistir frente a los obstáculos. Todos estamos de acuerdo. Pero ¿cómo saber cual es la meta acertada? El autor ateo Bertrand Russell dijo una frase que en nuestra época tiene poca aceptación, excepto para los creyentes. Dice: "A menos que se dé por hecho la existencia de Dios, la búsqueda del propósito de la vida no tiene sentido". Como en nuestra época se nos adoctrina con el individualismo, esta idea no se acepta. ¿Qué quiero ser? ¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿Cuáles son mis metas, mis anhelos, mis sueños para el futuro? El individualismo propugna que cada uno debe encontrar su propio sentido a la vida, y esta idea nos atrae con gran fuerza, pero es tremendamente engañosa. Contrario a lo que dicen muchos libros conocidos y películas, no encontramos el sentido de la vida buscando en nosotros mismos.


Hay muchos libros que sugieren maneras de descubrir el propósito de la vida. Todos podrían ser clasificados como libros de "autoayuda" porque hablan del tema desde un punto de vista egocéntrico. Libros de autoayuda, incluyendo cristianos, generalmente ofrecen los mismos pasos predecibles para encontrar el propósito de la vida: Considera tus sueños. Clarifica tus valores. Fija algunas metas. Date cuenta qué es bueno. Trata de lograr grandes cosas. ¡Empieza! Sé disciplinado. Confía en que puede lograr sus metas. Envuelve a otros. Nunca te des por vencido. En efecto, estas recomendaciones muchas veces producen un gran éxito. Podemos generalmente tener éxito en realizar una meta si nos proponemos hacerlo. ¡Pero ser exitoso y cumplir el propósito de la vida no son la misma cosa en absoluto! Podemos lograr todas nuestra metas personales, tener un éxito rotundo de acuerdo a los ojos de los demás, y, aún así, no encontrar los propósitos para los cuales Dios nos creó. Necesitamos más que consejos de autoayuda.

Muchas personas tratan de usar a Dios para lograr su propia autorrealización, pero eso es poner la naturaleza al revés y está destinado al fracaso. Hemos sido hechos para Dios, no viceversa, y la vida es acerca de permitir que Dios nos use a nosotros para Sus propósitos, no que nosotros lo usemos a Él para sus propósitos.


¿Cómo descubrimos el propósito para el que fuimos creados? Una vez dos excursionistas iba por el campo, tenían que atravesar unas montañas para llegar a su destino. Iban siguiendo el mapa que llevaba uno de ellos. En un momento se encontraron con un lugareño que se conocía muy bien el camino, pero que variaba respecto al mapa. Les explicó que aquel mapa debía ser viejo, que había otro camino mucho más directo, y se ofreció a seguirles. Pero el poseedor del mapa no se fió, prefería seguir su mapa. Y los dos excursionistas se separaron. El lugareño y el que le acompañó llegaron fácilmente a destino. Del otro excursionista no se volvió a saber.

¿Entonces, cómo descubrimos el propósito para el que fuimos creados? Sólo tenemos dos opciones. La primera opción es la especulación. Esto es lo que la mayoría de los individuos escogen. ¿Para qué estoy aquí en la tierra? Se hacen sus conjeturas, se hacen sus suposiciones, se hacen sus teorías. Por miles de años, brillantes filósofos han discutido y especulado acerca del significado de la vida. Dichosamente, existe una alternativa a la especulación sobre el significado y el propósito de la vida. Es la revelación. Podemos descubrir lo que Dios ha revelado acerca de la vida en su Palabra. La manera más fácil de descubrir el propósito de un invento es preguntarle a su creador. Lo mismo es verdad para descubrir el propósito de tu vida: pregúntale a Dios. Dios no nos ha dejado en la oscuridad para que andemos con dudas y en incertidumbre.


El Evangelio, como hacen otros libros, no trata de cómo hacer cosas para triunfar. Al contrario, enseña cómo hacer menos en la vida, enfocándose en lo que más importa. Es acerca de llegar a ser lo que Dios quiere que seamos.

San Pablo escribió a los colosenses la siguiente frase: "en Él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; todo fue creado por medio de él y para él" (Col 1, 16). ¿Acaso nos hemos creado a nosotros mismos? Por eso, no podemos decirnos para qué fuimos creados. Sólo nos lo puede decir el creador. Hemos sido creados por Dios y para Dios, es la gran luz de nuestra fe. Como los excursionistas, no podemos llegar a la conclusión de nuestro exitir centrándonos en nosotros mismos. Sólo en Dios encontramos nuestro origen, nuestra identidad, nuestro sentido, nuestro propósito, nuestro significado y nuestro destino.

Para descubrir nuestro propósito en la vida tenemos que dirigirnos a la Palabra de Dios, no a la sabiduría del mundo, a la oración, no a la psicología popular. Dios "nos escogió en El antes de la fundación del mundo" (Ef 1, 4), escribe san Pablo a los efesios. Mucho antes que oyéramos de Cristo por primera vez y empezáramos a tener esperanza, él tenía sus ojos puestos en nosotros.

Por tanto, descubrimos nuestra identidad y nuestro propósito a través de la relación con Jesucristo. ¡Él planeó nuestro propósito antes de que existiéramos y sin nuestras sugerencias! Podemos escoger carrera, cónyuge, pasatiempos y muchas otras partes de la vida pero no tenemos la opción de decidir nuestro propósito. Y el propósito de nuetra vida cabe en un propósito cósmico más amplio que Dios ha diseñado para el resto de la eternidad.

Alguna vez todos nos sentimos en la oscuridad acerca de nuestro propósito en la vida. Es un momento de suerte, porque entonces estamos más cerca de descubrir algo mucho más grande que nosotros mismos.


Ante tu presencia, Señor, me doy cuenta: todo tuvo su comienzo en Ti y encuentra su propósito en Ti. Ayúdame a recordarme muchas veces que la vida es en realidad acerca de vivir para Ti y no para mí mismo.

María Santísima, sólo Tú dijiste "he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra".

Acuedo con St Bedes
retiro febrero21Artist Name
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