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Retiro joven enero 2023



Parece que la religión interesa cada vez menos en nuestra época. Y algunas de las palabras que emplea la Iglesia como "Salvador", "perdón de los pecados"... hoy quizá nos dicen poco. Una vez se preguntaba Benedicto XVI, en uno de sus textos, si el hombre contemporáneo se siente necesitado de un Salvador. Los cristianos sabemos que Jesús ha venido para salvarnos, pero en la práctica, ¿necesitamos de un Salvador? ¿De qué tenemos que salvarnos?

De esto habló el Papa Francisco, en una inolvidable audiencia general en la Plaza de San Pedro el 14 de junio de 2017: "ninguno de nosotros puede vivir sin amor". ¿Y qué nos está ocurriendo?

Gary Chapman, el autor de "Los 5 lenguajes del amor", dice que, si echamos un vistazo a los títulos de los libros que se publican cada año, tenemos "la evidencia de que la cultura occidental está obsesionada con el amor. Y, sin embargo, a pesar de que se habla tanto de ello, la realidad es que miles de niños se acuestan todas las noches sintiendo que sus padres no los aman, y miles de maridos y mujeres se acuestan sintiendo que su cónyuge no los quiere. Nuestra cultura es muy ignorante en cuanto a la verdadera naturaleza del amor y a sus efectos en las relaciones humanas".

Este autor habla que todas las personas, desde que son niños, tienen un depósito emocional de amor que necesitan llenar, y para ello necesitan sentirse queridos por sus padres. También pasa con los adolescentes, que buscan llenar ese depósito muchas veces en lugares equivocados. Y también pasa igual con los adultos. Dirá el Papa Francisco: "Cuando quien no es o no se siente amado es un adolescente, entonces puede nacer la violencia. Detrás de muchas formas de odio social y de vandalismo hay a menudo un corazón que no ha sido reconocido. No existen niños malos, como no existen adolescentes del todo malvados, pero existen personas infelices".

Muchos psiquiatras dicen que el narcisismo es la gran enfermedad de nuestro tiempo. Esto se comprueba también si nos damos una vuelta por las redes sociales, o visitamos las páginas de «influencers» o «instagramers» famosos, comprobamos cómo se potencia el comportamiento narcisista, peleando por millones de seguidores.

El origen del problema es que el hombre tiene la necesidad natural de experimentar el amor incondicional. Y lo que se nos enseña es el amor posesivo, interesado, como si fuera una relación comercial de intercambio. En palabras del Papa: "Quizá gran parte de la angustia del hombre contemporáneo deriva de eso: creer que si no somos fuertes, atractivos y guapos, entonces nadie se ocupará de nosotros. Muchas personas hoy buscan una visibilidad solo para colmar un vacío interior". Y continúa diciendo: "¿os imagináis un mundo donde todos mendigan motivos para suscitar la atención de los otros, y sin embargo ninguno está dispuesto a querer gratuitamente a otra persona? Imaginad un mundo así: ¡un mundo sin la gratuidad del querer! Parece un mundo humano, pero en realidad es un infierno"... "Muchos narcisismos del hombre nacen de un sentimiento de soledad y de orfandad. Detrás de muchos comportamientos aparentemente inexplicables se esconde una pregunta: ¿es posible que yo no merezca ser amado?"

Como bien sabemos los cristianos, la respuesta, dice Francisco, está en Dios: "El primer paso que Dios da hacia nosotros es el de un amor que se anticipa y es incondicional. Dios ama primero. Dios no nos ama porque en nosotros hay alguna razón que suscita amor. Dios nos ama porque Él mismo es amor... Dios no une tampoco su bondad a nuestra conversión: más bien esta es una consecuencia del amor de Dios. San Pablo lo dice de forma perfecta: «Mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros» (Romanos 5, 8). Mientras éramos todavía pecadores. Un amor incondicional. Estábamos “lejos”, como el hijo pródigo de la parábola: «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido...» (Lucas 15, 20). Por amor nuestro Dios ha cumplido un éxodo de sí mismo, para venir a encontrarnos a esta tierra donde era insensato que Él transitara. Dios nos ha querido también cuando estábamos equivocados".


Poníamos antes el ejemplo de los niños que necesitan sentirse queridos. Dice el Papa: "¿Quién de nosotros ama de esta manera, sino quien es padre o madre? Una madre continúa queriendo a su hijo también cuando este hijo está en la cárcel. Yo recuerdo a muchas madres, que hacían la fila para entrar en la cárcel, en mi diócesis precedente. Y no se avergonzaban. El hijo estaba en la cárcel, pero era su hijo. Y sufrían muchas humillaciones en el registro, antes de entrar, pero: “¡Es mi hijo!”. “¡Pero, señora, su hijo es un delincuente!” — “¡Es mi hijo!”. Solamente este amor de madre y de padre nos hace entender cómo es el amor de Dios. Una madre no pide la cancelación de la justicia humana, porque cada error exige una redención, pero una madre no deja nunca de sufrir por el propio hijo. Lo ama también cuando es pecador. Dios hace lo mismo con nosotros: ¡somos sus hijos amados! ¿Pero puede ser que Dios tenga algunos hijos que no ame? No. Todos somos hijos amados por Dios".


Y saca el Papa una importante conclusión: "Para cambiar el corazón de una persona infeliz, ¿cuál es la medicina? ¿Cuál es la medicina para cambiar el corazón de una persona que no es feliz? ¡el amor! ¿Y cómo se hace sentir a la persona que la amas? Es necesario sobre todo abrazarla. Hacer sentir que es deseada, que es importante, y dejará de estar triste. Amor llama amor, de forma más fuerte de lo que el odio llama a la muerte".


¿Señor, yo estoy provisto de esta medicina? ¿Cómo puedo conseguirla?


Son palabras recogidas en la Escritura:

"El Señor te hizo, te formó en el vientre y te auxilia". "Tú me conoces por dentro y por fuera, tú conoces cada hueso en mi cuerpo; tú conoces exactamente cómo fui hecho, poco a poco; tú conoces cómo fui esculpido de la nada a lo que soy." "Me viste antes que naciera y pusiste en una agenda cada día de mi vida antes que empezara a respirar. ¡Cada día fue anotado en tu Libro!". "Mucho antes de que él pusiera las fundaciones de la tierra, él nos tenía en mente, él había decidido que nosotros seríamos el enfoque de su amor."

San Juan nos dice, "Dios es amor." No dice que Dios tiene amor. ¡El es amor! El amor es la esencia del carácter de Dios. El amor que existe en la comunión de la Trinidad es perfecto, por lo tanto, Dios no necesitaba crearnos. Nos ha creado como expresión de Su amor. Dios dice "os he cuidado desde que nacisteis. Y aún cuando estéis viejos, yo seré el mismo. Aún cuando vuestro cabello se haya vuelto canoso, os cuidaré. Yo os hice y os cuidaré."


¿Me doy cuenta de que Dios, mi salvador, es la única fuente que llena por completo mi depósito de amor? ¿Necesito alguna prueba más que tenerte, Jesús, siempre aquí, en la Eucaristía, esperándome? María, te pedimos que nuestra alma proclame, como lo hiciste Tú, la grandeza del amor de Dios.

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