Los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: «Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco». Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas. Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer». Él les replicó: «Dadles vosotros de comer».
Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?». Él les dijo: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver». Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco y dos peces». Él les mandó que la gente se recostara sobre la hierba verde en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres (Mc 6).
A veces los niños te dan todo si se lo pides. "Voy a darlo todo" dicen los jóvenes: en el deporte, en un proyecto, en la diversión.
Tiempo atrás un amigo me preguntó qué veo yo cuando pienso en un joven. Mi respuesta fue que «veo un chico o una chica que busca su propio camino, que quiere volar con los pies, que se asoma al mundo y mira el horizonte con ojos llenos de esperanza, llenos de futuro y también de ilusiones (Christus vivit).
"¡Qué poco sabes de la vida!" se suele decir al adolescente, por su poca experiencia. Es verdad que muchas veces les sobra corazón y les falta cabeza. Pero es lógico, porque eso es lo que les permite poder vivir esas experiencias de las que carecen.
«La juventud, está marcada por sueños que van tomando cuerpo, por intentos y experimentaciones, por elecciones que construyen gradualmente un proyecto de vida. En este período de la vida, los jóvenes están llamados a proyectarse hacia adelante sin cortar con sus raíces, a construir autonomía, pero no en solitario» (CV). ¡Abran la puerta de la jaula y salgan a volar! les dice también el Papa Francisco.
Curiosamente, el apóstol Juan escribe en su primera carta: Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros. Y es verdad que los jóvenes tienen ese impulso y rebeldía que, puestos en tus manos, Señor, los hace fuertes en la fe.
Leía sobre algunos inventos que habían hecho adolescentes: un zapato cargador, de Rajesh Adhikari, un estudiante indio de la escuela secundaria, un zapato que puede recargar la batería del teléfono móvil mientras caminas o corres; linterna de calor corporal, de la niña Ann Mokosinsky, una linterna que funciona sin pilas, ya que se enciende con el calor del cuerpo; el Eyeboard, de Luis Cruz, un hondureño de 17 años, que desarrolló un sistema informático de mecanografía que se controla con el movimiento de los ojos. Estos adolescentes produjeron sus inventos debido a su talento y su trabajo. Y ¿cuántos jóvenes talentosos están sumidos en el anonimato porque no quieren usar sus talentos?
"Muchas veces revela Dios lo mejor al más joven" lo decía nada menos que San Benito.
No olvides que hay jóvenes que también en estos ámbitos son creativos y a veces geniales. Es lo que hacía el joven venerable Carlos Acutis. él fue capaz de usar las nuevas técnicas de comunicación para transmitir el Evangelio, para comunicar valores y belleza (CV).
¿Hay, acaso, cosa más absurda que un joven aburrido, un joven incapaz de llenar creativamente sus tiempos libres? ¿Por qué no leer a los clásicos de la literatura universal. de la pintura, la música? ¿Por qué no aprovechar todos los grandes recursos que nos presente internet? ¿Por qué no hacer obras de caridad concretas con los pobres, los enfermos, los solos, los necesitados?
Hoy, gracias a Dios, los grupos de jóvenes en parroquias, colegios, movimientos o grupos universitarios suelen salir a acompañar ancianos y enfermos, o visitan barrios pobres, o salen juntos a auxiliar a los indigentes (CV).
Es cierto que la impulsividad del joven tiene riesgos. Lo dice también el Papa:
A veces he visto árboles jóvenes, bellos, que elevaban sus ramas al cielo buscando siempre más, y parecían un canto de esperanza. Más adelante, después de una tormenta, los encontré caídos, sin vida. Porque tenían pocas raíces, habían desplegado sus ramas sin arraigarse bien en la tierra, y así sucumbieron ante los embates de la naturaleza. Por eso me duele ver que algunos les propongan a los jóvenes construir un futuro sin raíces, como si el mundo comenzara ahora. Porque «es imposible que alguien crezca si no tiene raíces fuertes que ayuden a estar bien sostenido y agarrado a la tierra. Es fácil “volarse” cuando no hay desde donde agarrarse, de donde sujetarse» (CV).
Y continúa diciendo: necesitan jóvenes que desprecien la historia, que rechacen la riqueza espiritual y humana que se fue transmitiendo a lo largo de las generaciones, que ignoren todo lo que los ha precedido (CV).
Es verdad que hay muchos intereses alrededor de los adolescentes que buscan manipularles. Por eso es tan importante tener criterio y convicciones firmes. Como dice Francisco: Las raíces no son anclas. Un joven siempre debería tener un espíritu crítico (CV).
La rebeldía del joven hace posible no dejarse someter por los que quieren manipularles.
Y aquí todos debemos recuperar esta riqueza de la juventud:
Si es propio del joven sentirse atraído por lo infinito que se abre y que comienza, un riesgo de la vida adulta, con sus seguridades y comodidades, es acotar cada vez más ese horizonte y perder ese valor propio de los años jóvenes (CV).
No tengan miedo de escuchar al Espíritu que les sugiere opciones audaces, no pierdan tiempo cuando la conciencia les pida arriesgar para seguir al Maestro (CV).
¡Jesús, para seguirte necesitamos toda el impulso y rebeldía de una juventud que sólo Tú nos la puedes dar!
¿Han encontrado esta mirada, queridos jóvenes? ¿Han escuchado esta voz? ¿Han sentido este impulso a ponerse en camino? Estoy seguro de que, si bien el ruido y el aturdimiento parecen reinar en el mundo, esta llamada continua a resonar en el corazón de cada uno para abrirlo a la alegría plena (Francisco, 38º JMJ).
¡Nos hace falta hoy, Señor, a los cristianos, renovar nuestras almas envejecidas! Nos lo dice el Papa: la Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe. ¡Nos hacen falta!...
Como en el milagro de Jesús, los panes y los peces de los jóvenes pueden multiplicarse (cf. Jn 6,4-13). Igual que en la parábola, las pequeñas semillas de los jóvenes se convierten en árbol y cosecha (cf. Mt 13,23.31-32). Todo ello desde la fuente viva de la Eucaristía, en la cual nuestro pan y nuestro vino se transfiguran para darnos Vida eterna.
Dios mío, ¿qué quieres que haga con mis panes y mis peces, las cualidades que me has dado?
Si la juventud "es la edad de las decisiones y precisamente en esto consiste su atractivo y su mayor cometido" (CV), Jesús, quiero decidirme por ti, y ¡esa será la mayor de las experiencias!