Lc 10, 11-32: Un hombre tenía dos hijos. El más joven de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde. Y les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo más joven, reuniéndolo todo, se fue a un país lejano y malgastó allí su fortuna viviendo lujuriosamente. Después de gastar todo, hubo una gran hambre en aquella región y él empezó a pasar necesidad. Fue y se puso a servir a un hombre de aquella región, el cual lo mandó a sus tierras a guardar cerdos; le entraban ganas de saciarse con las algarrobas que comían los cerdos; y nadie se las daba. Recapacitando, se dijo: ¡cuántos jornaleros de mi padre tienen pan abundante mientras yo aquí me muero de hambre! Me levantaré e iré a mi padre y le diré: padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros. Y levantándose se puso en camino hacia la casa de su padre.
Cuando aun estaba lejos, lo vio su padre y se compadeció; y corriendo a su encuentro, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Comenzó a decirle el hijo: Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: pronto, sacad el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo, y vamos a celebrarlo con un banquete; porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado. Y se pusieron a celebrarlo.
¿Quizá algunos de vosotros tiene un tatuaje? Dios sí los tiene, con tu nombre, lo dice la Biblia:´yo te llevo tatuado en la palma de mi mano´ (Is. 49, 16). Y nos lo recuerda el Papa Francisco en Christus vivit: "Dios te ama. Nunca lo dudes, más allá de lo que te suceda en la vida. En cualquier circunstancia, eres infinitamente amado".
¿Qué quieres decir, Señor, con ese dar al hijo pródigo la mitad de tú fortuna? ¿No me has dado también a mí la mitad de tu fortuna, tantos dones, que quizá no sé reconocer, y que puedo malgastarlos?
"Lo que puedo decirte con seguridad es que puedes arrojarte seguro en los brazos de tu Padre divino, de ese Dios que te dio la vida y que te la da a cada momento. Él te sostendrá con firmeza, y al mismo tiempo sentirás que Él respeta hasta el fondo tu libertad".
Cualquiera de nosotros se lo podemos preguntar a abuelos, sacerdotes, otros cristianos, a los santos,… ¡Se puede de verdad confiar en Dios!
Además, dice el Papa, "es un amor «que no aplasta, es un amor que no margina, que no se calla, un amor que no humilla ni avasalla. Es el amor del Señor, un amor de todos los días, discreto y respetuoso, amor de libertad y para la libertad, amor que cura y que levanta".
Un Amor que no agobia, que es infinito, pero a la vez libre, inmenso, pero no posesivo, que respeta la voluntad de cada uno.
Es llamativo un Dios que deja tanta libertad a sus hijos. La libertad con que Tú, Jesús, nos invitas a seguirte: "El que quiera seguirme…".
Nuestro Dios es un Padrazo que te dirige a ti estas palabras: Te amo con amor eterno, total, absoluto. Con un amor que me lleva a darme del todo a ti y para siempre. Que no te pide nada a cambio y que siempre me lleva a adelantarme y darme a ti. Con un amor incondicional. Que no está determinado por nada. Que no busca nada de vuelta: solo amarte y amarte y amarte… sin cansancio ni descanso. Sólo quiero darme a ti… y esperarte en todo momento. Lo hago desde el Sagrario. Lo hago desde la Cruz. Te esperaré con inmenso amor, aunque reniegues de Mí. Aunque te declares agnóstico o ateo. Yo te amo aunque tú nunca lo hagas. Aunque no me tomes en cuenta o no me dediques, al menos… diez minutos de tu día para estar conmigo. Te amo hasta el extremo. Te amo apasionadamente. Te amo y no te cambio por nada ni por nadie. Ni Yo, que soy tu Dios, quiero cambiarte si tú no quieres cambiar. Si no quieres creer en Mí… te amo. Si no quieres cambiar tu opinión… te amo. Si me reniegas… te amo. Si me traicionas… te amo. Te amo con todos tus defectos, con todas tus imperfecciones… con todos tus pecados. Te amo hasta las últimas consecuencias. Te amo y por eso preservo tu libertad aunque eso conlleve que nunca me ames por toda la eternidad… y toda una eternidad te siga amando y sufriendo por ti. Te amo aunque no me correspondas. Te amo aunque no me dejes que te limpie y te bese en la confesión. Te amo aunque a veces me puedas recibir en la Comunión con frialdad o tibieza, con acostumbramiento y rutina. Te amo aunque no veas en ti nada por lo que puedas ser amado. Te amo y quiero que mi amor te lleve a darte cuenta de que lo vales todo. De que vales… toda la Sangre de un Dios… que se ha enamorado locamente de ti. Te amo y siempre quiero amarte más. Te amo y no necesito que seas perfecto. Te amo y no necesito que cumplas objetivos. Te amo y no necesito que tengas mayor o menor aceptación en redes sociales o en grupos de gentes. Te amo aunque no estés en tu peso ideal. Te amo aunque seas calvo. Te amo con tu nariz aguileña. Te amo con tu acné. Te amo con tus quince años… y con tus ochenta. Te amo cuando eres joven… y cuando no lo eres tanto. Te amo cuando te sientes desolado y triste. Te amo cuando estás eufórico. Te amo cuando te comparas... y no deberías… porque te amo sin término de comparación. Te amo y aún más… cuando estás depre y crees que no mereces ni mi amor ni el de nadie. Cuando estás así… te amo aún más del todo. Te amo cuando te dan un golpe donde más duele: en tu corazón. Te amo cuando no te tienen en cuenta. Te amo cuando te rechazan. Te amo cuando se ríen de ti. Te amo cuando te apartan, cuando te dejan de lado. Te amo cuando no te valoran. Te amo cuando te utilizan. Te amo cuando ves que quienes amas no corresponden a tu amor. Te amo cuando te sientes solo… y no lo estás… porque bien sabes que Yo… te amo… y quien te ama… siempre está contigo. Te amo y mil y mil veces te seguiré amando por toda la eternidad. Sólo te pido que tú… permanezcas en mi amor.
Con un amor así nos cuadra que seas capaz de hacer lo que contemplaremos esta Navidad, ¡un Dios hecho bebé en un establo! Y eso, mi Dios, lo haces por mí, por cada uno. En efecto, es para volvernos un poco locos, locos de amor.
María, Madre mía, gracias porque Tú me invitas también a confiar. Y me dices lo que le dijiste a San Juan Diego: "¿No estoy yo aquí que soy tu madre?"
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