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Retiro joven junio 2022




Una de las más famosas poesías de Lope de Vega dice así: "Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso; no hallar fuera del bien centro y reposo, mostrarse alegre, triste, humilde, altivo, enojado, valiente, fugitivo, satisfecho, ofendido, receloso; huir el rostro al claro desengaño, beber veneno por licor suave, olvidar el provecho, amar el daño; creer que un cielo en un infierno cabe, dar la vida y el alma a un desengaño: esto es amor: quien lo probó, lo sabe."

Las pasiones y sentimientos son una gran fuerza motriz que nos impulsan a actuar, pero que también pueden hacernos tomar decisiones equivocadas. Cuántas veces nos arrepentimos, por ejemplo, después de gastar dinero por un impulso irrefrenable de comprar. O cuántas veces nos arrepentimos de palabras ofensivas dirigidas a los demás cuando estábamos alterados.

Los clásicos atribuían los arrebatos pasionales a la influencia de los dioses, y caer en estado de enamoramiento se debía a las flechas del caprichoso Cupido. En nuestra época descreída, los psicólogos reducen las emociones a hormonas y neurotransmisores. Y ahora que no creemos en los dioses, ¿no somos más esclavos que nunca de los traidores sentimientos?


Contaba uno en un monólogo: "Ayer cumplí 15 años de casado y volví a ver yo solito el vídeo de mi boda. ¡Pero lo vi al revés, rewind! Me emocioné cuando vi que le quitaba el anillo, se lo devolvía a su padre y yo salía de la Iglesia como Michael Jackson...". Siempre se han hecho bromas de nuestra condición voluble, en especial, en el aspecto romántico. Pero es cierto que dejarse llevar por las emociones puede ser muy peligroso, sobre todo en las cosas importantes.

Por eso los estoicos recomendaban suprimir toda pasión, y los budistas suprimir todo apegamiento, para así eliminar nuestras emociones negativas. Pero eso supone mutilar parte de nuestra naturaleza, y volvernos fríos y cerebrales.


Jesucristo en el Evangelio se presenta como nuestro modelo. ¿Cómo se comporta en cuanto a las emociones y sentimientos? Dios en el Antiguo Testamento se muestra ya como un Dios apasionado, casi hasta demasiado humano. Y Jesús, de igual modo, no reprime sus sentimientos: le vemos sufrir gran pena, ser tentado, llorar de ternura y de dolor, llenarse de compasión, tener sentido de humor, amar a la gente. Jesús no rechaza los afectos, más bien los emplea ordenadamente, los dirige, los domina.


Y nosotros, tan complejos, con tantas contradicciones en nuestro interior, ¿podemos hacer lo mismo? Jesús, ¿Tú que nos enseñas, qué consejo nos das? ¿Cuál sería la norma de comportamiento fundamental? "amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser”. El segundo es este: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. No hay mandamiento mayor que estos» (Mc 12, 30-31). Y también "Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). ¡Jesús, nos mandas incluso amar a los enemigos! ¿Pero se puede mandar amar? ¿Cómo puede Dios obligarnos a amar? ¿El amor no debe ser libre? ¿Podemos tener dominio sobre los sentimientos?

Hay un cortometraje de Isabel Coixet(1) donde se ve que un matrimonio, llevados por la rutina, está en plena crisis. Él tiene una amante y va a separarse de su mujer, pero en el momento en que queda con ella en un restaurante para decírselo ella se anticipa y le enseña el informe del médico que indica que le han detectado a ella un cáncer terminal. En ese momento, él se queda consternado, y siente en su conciencia como si todos los que se encuentran en el restaurante le dijeran: "Tienes que estar a la altura de las circunstancias". Él rompe con su amante y a partir de ese momento de desvive para cuidar a su mujer y hacerla feliz durante sus últimos días de vida. Muere la mujer y desde entonces cada vez que él ve a un abrigo rojo como el que solía llevar su mujer le parece verla a ella. Y acaba el cortometraje con la voz del narrador que dice: “De tanto comportarse como un enamorado, volvió a enamorarse...”

Como decía C.S. Lewis: "No perdáis el tiempo preguntándoos si amáis a vuestro prójimo: comportaos como si fuera así. En cuanto hacemos esto, descubrimos uno de los grandes secretos. Cuando nos comportamos como si amásemos a alguien, al cabo del tiempo llegaremos a amarlo."

Señor, Tú quieres que seamos dueños de nuestras emociones y que las pongamos a tu servicio y al de los demás. Así lo indicas en el Sermón de la montaña: "todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado" (Mt 5, 22), y el que se deja llevar por el deseo al mirar a una mujer (cfr Mt 5, 28), y el que no corta con algo que le induce a pecar (cfr Mt 5, 29), y el que repudia a su mujer (cfr Mt 5, 32), etc. Jesús, nos mandas controlar nuestras emociones negativas: "no estéis agobiados por vuestra vida" (Mt 6, 25), "No andéis agobiados" (Mt 6, 31), "no os agobiéis por el mañana" (Mt 6, 34).


San Pablo hace en la carta a los Filipenses un resumen del comportamiento del cristiano: "manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir... Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús" (Flp 2,2.5).


También los clásicos, como Aristóteles, decían que podemos tener dominio sobre las pasiones, pero con un gobierno sobre ellas no despótico sino político, no suprimiéndolas sino educándolas. Todo aprendizaje necesita alumno y maestro. Dios mío, necesito que me enseñes, hablando contigo, meditando tu Palabra. Ayúdame a poner pasión en todo lo bueno, en aquello que merece la pena.

Señor, cuentas con mi empeño en mejorar, y yo cuento con tu gracia. Si los antiguos decían que las pasiones eran causadas por los dioses, Señor, sé que la pasión más grande sólo Tú la concedes, como se la concedes a los santos.


Lo dice el papa Francisco en su exhortación a los jóvenes Christus vivit: "¿Buscas pasión? Como dice ese bello poema: ¡Enamórate! (o déjate enamorar), porque «nada puede importar más que encontrar a Dios. Es decir, enamorarse de Él de una manera definitiva y absoluta. Aquello de lo que te enamoras atrapa tu imaginación, y acaba por ir dejando su huella en todo. Será lo que decida qué es lo que te saca de la cama en la mañana, qué haces con tus atardeceres, en qué empleas tus fines de semana, lo que lees, lo que conoces, lo que rompe tu corazón y lo que te sobrecoge de alegría y gratitud. ¡Enamórate! ¡Permanece en el amor! Todo será de otra manera». Este amor a Dios que toma con pasión toda la vida es posible gracias al Espíritu Santo, porque «el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que nos ha sido dado» (Rm 5,5)."

Inmaculado corazón de María, que me comporte como enamorado. Sagrado Corazón de Jesús, enciende mi corazón.


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